lunes, 4 de enero de 2016

Certera radiografía de la juventud actual


Crítica literaria publicada originalmente en Diario El Pilín

A través de sus once “cosas”, la novela nos conecta e involucra con el día a día de Sebastián, un joven universitario de nuestra capital, que manifiesta abiertamente características propias de su segmento generacional y social específico. Profundamente reflexivo, tímido, abúlico, desencantado y timorato, que a ratos observa con agudas críticas, y en otros con indolencia, el contexto nacional y lo que él considera el prematuro fracaso de su vida amorosa. Álvaro Bley muestra postales que son fácilmente identificables entre quienes han cursado estudios de educación superior, situándonos desde sus primeras páginas en una zona de confort que juega un papel fundamental en la complicidad que se va generando a medida que avanza la lectura.


Al contrario de lo que se podría pensar, dado que el nombre del libro es un enganche bastante atractivo, acá no nos adentramos en los grandes conflictos de este segmento etario, o puede que sí lo haga pero desde lineamientos más bien difusos que se constituyen en una invitación a repensar la juventud. Narra con soltura, armonía y efectividad las vicisitudes del protagonista y los personajes que lo rodean –amigos, compañeros de carrera y su familia-. Con apabullante honestidad, propia solamente de quien conoce in situ dicha realidad, ofrece descripciones de los diferentes momentos ricas en detalles, sin caer en excesos, permitiendo que el lector elabore una imagen creíble de lo que está leyendo.

Bley logra mantener el ritmo narrativo y el interés en casi toda la novela. Si bien las “Cosas” tratan de un tema específico, dado que cada capítulo puede leerse como una unidad individual, en su conjunto logra concatenar la estructura del texto valiéndose de un argumento sencillo: el paso de un semestre de clases al siguiente, ornamentado con recuerdos de no muy larga data, a excepción, claro, de su fallida historia con la joven que ocupa sus pensamientos. En este escenario, el amor secreto que siente Sebastián por Tami entrega señales para visualizar un personaje emocionalmente inmaduro: “La hueá es que estaba la Tami y ahí caché que la Tami pololeaba con un hueón que era un estúpido, y a mí como que me desilusionó caleta esa hueá” (pág. 68), y que se sujeta a la ilusión más que a las posibilidades concretas de intimar con alguna joven que se encuentre dentro de su círculo. Como la “socióloga” que se hacía la interesante con su “pará antitodo” de la Cosa 6 “Cuando juega la selección”, y al final del carrete no pasó nada y tuvo que masturbarse en casa. Desde ahí, la constante pasividad del protagonista permite que sea un narrador que guíe, que muestre, que acompañe.

Precisamente, el gran mérito de esta novela recae en su narración amena y coloquial. Usa modismos propios del lenguaje adolescente-juvenil. Incluye las conversaciones por whatsapp, conservando su estructura visual como si las tuviéramos frente a nuestro celular. En dichas conversaciones relata situaciones y peripecias que le afectan a la juventud desde lo cotidiano. Ejemplo claro de esto es la Cosa 2 donde se describe el trámite del pase escolar, o cuando los protagonistas organizan el paseo al Cajón del Maipo o la juntas para ver partidos de fútbol como excusa para tomar, excusa para enganchar con alguien o simplemente compartir en una instancia de relajo donde todos puedan gritar y desahogarse. También están los entretenidos diálogos de sus personajes, que entre medio del carrete u otras actividades se organizan, gestionan, toman decisiones sin darle muchas vueltas a los asuntos, no por despreocupación, sino como un rasgo propio de esta generación que es la inmediatez, hablando de lo profundo y lo banal en un todo armónico, precisando y optimizando los tiempos porque la cantidad de variables con las que deben lidiar a diario no son pocas.

La Cosa 8 “La niña de la micro”, es un capítulo hilarante, lleno de vivacidad, energía, cómico hasta decir basta. Ofrece una descripción absolutamente certera y perspicaz de lo desgastado que se encuentra el movimiento estudiantil y los esfuerzos por parte de sus dirigentes -empleando todas las herramientas posibles, redes sociales incluidas- para mantener vivo el compromiso de las bases: “Puta la hueá, si no tenemos buena convocatoria pa esta marcha, es por culpa de la Laura, esa culiá siempre anda organizando hueás paralelas y anda dividiendo a todo el Liceo. Hueona, ayer nos quedamos hasta la hora del pico organizando la hueá de marcha, y la culiá anda diciendo por Facebook que no, que el Centro de alumnas no está considerando la opinión de las presidentas de curso y la hueá. ¿Qué sabe la culiá, si estuvo como media hora acá en la asamblea? La hueona se fue a las cinco y media, seguramente porque tiene que ir a ver la teleserie hueón” (pág. 121)

Discursos desde la juventud contemporánea es una novela ligera, sin duda, pero que en esa comodidad arma un entramado por delgadas capas. De hecho, la espontaneidad de su discurso de un aquí y un ahora es un logro tremendo para un autor debutante. Conseguir esa fluidez en la epidermis es difícil, porque debajo de esa levedad se encuentra la otra capa, el discurso real, que subyace entre los carretes, los temores no asumidos, los paseos nocturnos de perros, los trabajos para la universidad, las asambleas, los trayectos eternos en micro, los trámites del pase, los partidos de fútbol y las pajas mentales de sus personajes. Ese subtexto -como adelanté líneas atrás- nos invita a reflexionar acerca de lo que acontece con los jóvenes ahora y hacia dónde se dirigen. Por tanto creo que es un tanto apresurado juzgar a esta novela como baladí, descartarla o compararla con otras. Será interesante hacer el ejercicio de volver a leerla pasados unos años y constatar si es capaz de tomarle el pulso a cierto sector de la juventud con la misma exactitud que lo ha hecho ahora, y si estas descripciones y escenarios siguen siendo lo suficientemente válidos como para situarse dentro del imaginario colectivo respecto de esta generación.

Discurso desde la juventud contemporánea

Álvaro Bley

175 páginas

Editorial Los libros de la mujer rota

Santiago de Chile, 2015

Valoración: Interesante, recomendable. Léala con confianza.

No hay comentarios:

Publicar un comentario